(Parte I)
En la vida y el universo que nos rodea suceden constantemente cosas inexplicables. A unas se les buscan interpretaciones, mayormente teorías, sin pruebas fehacientes que sustenten su validez. Desde las actividades del llamado quehacer cotidiano hasta la investigación y exploración del espacio existe una infinita gama de ejemplos y hechos que dan pie a conjeturas y justificaciones que, a la postre, se convierten en obsoletas o se vuelven insostenibles con el tiempo. Esto provoca la constante sustitución de unas teorías por otras.
En el planeta en que vivimos, y al
que continuamente maltratamos por ignorancia o por tener la mente enferma como
dañar o talar indiscriminadamente los árboles y bosques, tirar basura en
cualquier lugar, contaminar los ríos, los lagos, envenenar el aire que
respiramos de diferentes maneras, etc., las verdaderas causas de los fenómenos
parecen inconsistentes o en continua contradicción con lo que se quiere esclarecer.
Algunos seres humanos se creen portadores de la verdad y otros, no siguen
ninguna guía o creencia. Incluso, algunos se autoproclaman ateos porque fueron
educados bajo ese precepto o porque, según ellos, la única verdad está en la
materia. Esto, por supuesto, es una aseveración totalmente subjetiva, una
creencia como cualquier otra porque reemplaza un dios espiritual por uno
material.
La física, una importantísima rama
científica, generalmente se basa en especulaciones y teorías. Unas reemplazan a
las otras de cuando en cuando. Nada en realidad se conoce con certeza. Una de
estas, la llamada teoría del Big-Bang
que trata de explicar el origen del universo, está en estos momentos bajo
fuego. Esta teoría, como hecho altamente curioso, fue primeramente formulada
por un sacerdote católico belga, Georges Le maître. Otras, como los universos
paralelos, la Teoría de las Cuerdas (String
Theory), son varios ejemplos de lo afirmado anteriormente. Entonces, ¿cómo
los ateos pueden fundamentar científicamente sus creencias? Albert Einstein es
considerado uno de los grandes científicos de todos los tiempos, y murió siendo
un hombre religioso. ¿Podrán esos llamados ateos ser más sabios que Einstein? Aunque,
a pesar de todo, no pretendo imponer mi criterio sobre los de otras personas
porque cada cual es libre, y así debe ser, de pensar a su manera.
El tema de hoy es la coincidencia de
fenómenos que, en realidad, no son tan infrecuentes o raros como mucha gente
piensa. Este artículo aparecerá, al menos, en dos partes por su extensión.
Empezaré por citar algunos hechos o fenómenos que por su naturaleza resultan
altamente interesantes.
1. El conocido actor británico
Anthony Hopkins, quien ha realizado muchas películas en Hollywood, entre ellas: The Silence of the Lambs, Magic, Remains of the day, y muchas
otras, relató que él fue contratado para representar un importante papel en la película:
The Girl From Petrovka, basada en una novela del famoso escritor George Feifer.
Entusiasmado con la noticia, recorrió varias librerías de Londres en busca de
la novela para comenzar a estudiar la psicología del personaje a él asignado.
Nada. La búsqueda resultó infructuosa. Luego, esperando la llegada del tren en
el metro de la ciudad para dirigirse a casa, vio un libro, aparentemente
abandonado sobre un banco por alguien. Increíblemente era el libro que con tanto
afán buscara antes: The Girl From
Petrovka. Dos años después, ya a mitad de la filmación de la película en
Viena, fue visitado por el escritor de la obra, George Feifer, quien se lamentó
de no poseer una sola copia de su libro. El que tenía se lo había prestado a un
amigo con algunas notas importantes escritas por él en las márgenes de algunas páginas
del libro, y éste lo perdió en algún lugar de Londres. Entonces Hopkins le
mostró el libro, diciendo “¿No será este su libro perdido?” Para gran sorpresa
del escritor, este era el mismo libro que le prestara tiempo atrás a un amigo.
2. Mark Twain, el famoso escritor
estadounidense que escribió varios libros famosos para niños y jóvenes, entre los
cuales se cuentan: The Adventures of Tom
Sawyer y The Adventures of
Huckleberry Finn, nació el mismo día y año en que apareció el cometa
Halley, 1835, y de acuerdo a su propia
profecía en 1909: “Nací el día y el año de la aparición del cometa Halley, y
cuando éste vuelva a aparecer el próximo año, 1910, espero irme con él. Y así
fue: murió el mismo año y día en que reapareció el cometa.
3. El 28 de Julio de 1900, el rey de
Italia, Umberto I, fue a cenar a un restaurante de Monza. Resultó que el dueño del restaurante era casi idéntico al
monarca, se llamaba también Umberto y su esposa tenía el mismo nombre que la
reina, esposa del rey. El restaurante abrió sus puertas el mismo día en que el
rey fue coronado. Y entonces ocurrió algo realmente increíble: el dueño del
restaurante fue muerto a tiros el próximo día de la visita del monarca, y así le ocurrió al rey, quien murió
también de la misma manera y el mismo día y año del dueño del restaurante.
4. El actor Adam Shulman tiene un
extraordinario parecido con Shakespeare. Y para completar la semejanza, su
esposa, Anne Hathaway, posee exactamente el mismo nombre de quien fuera la
esposa del famoso poeta y autor de gran número de obras famosas del teatro
inglés, Anne Hathaway.
5. En la década de1920-30, tres ingleses
viajaban separadamente en un tren a través del Perú. Al notar que ellos tres eran los únicos viajeros
se presentaron unos a otros. Para su sorpresa, resultó que uno se apellidaba
Bingham, otro Powell y el tercero, Bingham-Powell. Y comprobaron que no estaban
relacionados entre sí de ninguna manera.
6. El legendario fundador de Roma se nombraba
Romulus. El primer emperador del imperio romano fue Augustus. El nombre del
emperador del imperio romano que fue depuesto por los llamados bárbaros germánicos
y que como consecuencia provocó la caída del imperio romano, se llamaba Romulus
Augustus.
Continuará próximamente.
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