sábado, 27 de julio de 2013

MI NOVELA: Sombra de siglos


Ya salió a la venta mi novela: Sombra de Siglos.

Esta novela trata de un tema muy actual. Muestra la vida de un joven sacerdote católico enamorado del amor y de la vida; pero que por las barreras y las ataduras de su Iglesia se ve envuelto en un torbellino entre su lucha interna y el amor de dos bellas mujeres. No es una obra religiosa, es un canto de amor y de protesta que un joven religioso tiene que enfrentar en su búsqueda de la felicidad que a todos nos debe de llegar un día, pero que por causas ajenas se nos niega o dificulta.

Puede comprarla haciendo un clic en:

o visitando:
http://revistaliterariaentrelineas.blogspot.com/

jueves, 18 de julio de 2013

LITERARIO O COMERCIAL

¿CUÁNDO UN LIBRO SE CONSIDERA COMERCIAL O LITERARIO?

Muchos habrán visto o escuchado esta pregunta o clasificación incontables veces de distintas maneras. Se habla bastante del tema, se especula, se juzga de forma categórica o se insinúa sutilmente al referirse a una obra de ficción.
Todos, incluyendo escritores, críticos, editores y lectores, ofrecen una gran diversidad de interpretaciones de los términos: literario y comercial, pero a la hora de definirlas, las diferencias y criterios aumentan así como las contradicciones. Veamos algunas de ellas: para algunos, una obra literaria está mayormente regida por el personaje central (central character) y los personajes secundarios, en menor grado, y no así por la trama ( plot);  mientras la comercial, lo inverso, por la trama (plot). Otros, la diferencia fundamental está determinada por el género específico. Esto es: romance, policiaco, misterio, ciencia ficción, psicológico, etc. Mientras para otros, la diferencian por el estilo;  la complejidad y lentitud del desarrollo de la trama y el escaso uso de lo espectacular, evitando el desenlace superficial, entre otros factores.
La primera definición, la que define una obra como literaria si el personaje central es el que rige su desenvolvimiento;  y comercial si la misma está regida principalmente por el desarrollo de la trama y no por la complejidad y el quehacer del personaje central, no se sostiene o no se ajusta correctamente para catalogar ciertas obras que no se enmarcan rígidamente en alguna de las dos, sino en ambas.  Esto es debido a que en toda obra, incluyendo las de índole comercial, los dos elementos se entrelazan y se mueven más o menos paralelamente. Si la obra, comercial, trata de crímenes, hay un personaje central que es el criminal. Si este personaje fuese lineal, sin complejidad alguna como si fuera un burdo criminal, la obra no podría extenderse demasiado porque el mismo sería atrapado en poco tiempo por las autoridades.  La obra terminaría, si por ciertas razones o habilidades del escritor se extendiera milagrosamente más allá de lo que la lógica indica,  en un rotundo fracaso.  Yo pienso, cuando analizo las acciones incomprensibles de algunas personas, que si una persona actúa con maldad tiene que hacerlo de forma inteligente porque de lo contrario quedaría fácilmente en evidencia, al descubierto, sin lograr su propósito. En una obra del género policiaco, por citar un ejemplo,  el criminal tiene que ser, de hecho, una persona de gran complejidad e inteligencia porque si no las inconsistencias, debilidades y la falta de motivación, obligaría a los lectores a tirar el libro al cesto del olvido. Y por otro lado, si fuera una novela con una carga excesiva en la trama a expensas del personaje central, la obra quedaría debilitada en proporción al desbalance causado por la parte en demasía.  
Si una novela pudiera catalogarse como literaria, es decir con un peso preponderante en el personaje central y en los personajes secundarios, relegando la trama a un plano casi inexistente o incoherente donde los hechos se suceden sin aparente conexión ni causalidad, creando un movimiento anárquico y sin dirección lógica, la lectura de la obra se haría en extremo aburrida, tediosa e insoportable. Pudiera que esta obra interesara a un reducido grupo de intelectuales que tal vez encuentren en ella algún símil de sus propias vidas; pero no al lector promedio.  No hay obra enmarcada en esta clase que haya trascendido en importancia.  Si no analice las novelas más importantes publicadas en distintas épocas; aunque hay algunas excepciones de dudosa clasificación.
Las obras de ficción más famosas de todos los tiempos contienen un balance, un equilibrio entre la trama y el personaje central y los personajes secundarios.  Veamos:  El Quijote de Cervantes, que aunque no posee una trama definida porque abarca distintas historias, si la poseen en cada caso, es una obra extremadamente atractiva por el estilo elocuente, ocurrente, ingenioso, que si la analizamos bien, su aparente anarquía responde a la visión del mundo del personaje central: don Quijote de la Mancha, un loco, y por tanto imposible de seguir o proyectar una historia lineal, coherente en su conjunto; Anna Karenina y La Guerra y la Paz de Tolstoy;  Crimen y Castigo, Los Hermanos Karamazov de Dostoevsky, Lolita de Nabokov;  Oliver Twist, A Tale of Two Cities, Great Expectations, Bleak House, The  Pickwick Papes de Dickens;  Emma de Austen;  Jane Eyre de Bronte; Papa Goriot, Eugenia Grandet, Las Ilusiones Perdidas de Balzac; Madam Bovary de Flaubert;  La Montana Mágica de Mann; Moby Dick de Melville, y tantas y tantas otras novelas importantes del siglo 20. Pudieran existir obras importantes como Ulises de James Joyce que es una obra eminentemente literaria; pero esta obra no ha sido nunca acogida muy bien por el público en general, como ha ocurrido con las otras obras citadas. Su lectura puede aparecer difícil, aburrida, sin esa atracción que motiva a la gente, en general, continuar leyendo esta obra con la pasión y el entusiasmo que pudiera con cualquiera de las anteriores mencionadas.  Ahora bien, esta obra es considera por los críticos y algunos entendidos amantes de las obras no convencionales o de gran abstracción, que rompen las reglas yendo en contra la corriente, una obra maestra. O sea que comercialmente fue un fracaso, aunque cuando se publicó tuvo cierto éxito porque fue una obra censurada en el mundo entero por ser considerada de contenido profano, inmoral, no acorde con los principios éticos de la época.
Los libros de ficción no se pueden clasificar como pertenecientes a una clase u otra, sino como buenos y malos.  Los libros anteriormente mencionados, entre otros muchos dejados fuera de la lista por problemas de espacio y por el sentido común, han vencido la prueba del tiempo por una simple razón: su incuestionable CALIDAD.  Las obras de William Shakespeare son consideradas hoy, por expertos y público en general, como obras clásicas. Sin embargo en su tiempo fueron clasificadas o visitas como obras comerciales porque él escribía para los pobres, la gente común y corriente de su época, no para las clases pudientes. Sus obras de ficción eran destinadas al teatro para ser puestas en escena en teatros populares, casi improvisados, parcialmente cubiertos, rudimentarios por la falta de recursos. Entonces, ¿qué provoca que sus obras fueran y sean en la actualidad tan importantes y tan altamente consideradas?: la calidad. Lo mismo se pudiera citar con las obras de Charles Dickens. Y es que no importa el género si el libro es bueno, de calidad independientemente de qué se trate.  Sin embargo, un libro de un género determinado, policiaco, terror, espionaje, etc. influye, determina, que algunas personas que rechazan estos tipos de temas, lo desdeñen o repudien  de antemano.  Esto, en mi opinión, pudiera deberse a que muchos libros  basados en estos géneros no poseen una alta calidad, capaz de romper cualquier tipo de  prejuicio en su contra. Yo hablo por mi propia experiencia. Yo no soy muy propenso a esta clase de ficción. Me gustan los temas más literarios, elaborados. Sin embargo, varias obras de Arturo Pérez Reverte y  Dan Brown, en particular Angels & Demons, entre otros,  han despertado mi admiración y disfrutar su lectura; borrando de esta manera cualquier diferencia entre estos libros y los que leo regularmente.
Las obras de Alan Poe son mayormente de misterio y policiacos, pero son pocos los escritores y los libros que se pueden comparar con su estilo, con su maestría. Sus obras son impresionantes.  Los libros que poseen un balance entre la trama y los personajes y que impactan por su estilo, por lo que expresan  y sugieren, por lo que dejan a la imaginación del lector, así como por muchos otros factores imposibles de describir pero que al final de una obra dejan al lector con un sentimiento inexplicable como una mezcla de admiración, alegría, tristeza, nostalgia y otras cosas que nos crean una sensación especial y la certeza de haber leído algo de calidad, impresionante.
Ahora bien, esto no quiere decir que si un libro posee un balance entre la trama y los personajes, central y secundarios, garantice que sea un buen libro. Hay muchos otros factores que hacen, complementan, la diferencia. Un libro es una obra de arte y como tal, todos los factores que lo componen tienen que estar en armonía, si no perfecta, lo más perfectamente posible.  Algo similar sucede con una obra pictórica. Hay muchos elementos a considerar como: la armonía de los colores, la composición, los contrastes, el contenido temático y otra amplia variedad de factores, visibles o invisibles, que a la postre marcaran la calidad de la obra.

Anteriormente mencioné algunas excepciones al referirme a algunos libros que han gozado de una gran popularidad, pero que ante el ojo avezado de un experimentado e inteligente lector resulta incomprensible reconocer las causas de sus éxitos. Yo no voy a citar  ejemplos por razones obvias, sólo pretendo mencionar situaciones generales de estas obras.  Esta clase de libros poseen algo místico, si se quiere, que a  pesar de no poseer ni una cosa ni la otra, es decir, ni una trama definida, única, aunque sea no lineal,  ni tampoco una fuerte caracterización de los personajes, son capaces de atraer la atención de muchas personas.  Algunos tienen un lenguaje movido, sorprendente,  cómico en ocasiones, exagerado en otras. Representan una amalgama de representaciones en escena como las del teatro de lo absurdo. Tal vez su popularidad se base en que la ficción, la literatura en general,  en sus diferentes manifestaciones, tiene una función u objetivo fundamental: entretener. Y parece que esta clase de libros logran de alguna manera, aunque parezca ilógico para algunos, satisfacer ese objetivo. El arte no tiene rostro ni reglas estrictas, sino una personalidad, una existencia que, de una forma u otra, consiguen cautivar a las masas. Y si esto se logra, entonces, no hay que criticar, solo quitarnos el sombrero y reconocer su validez.  

domingo, 7 de julio de 2013

EL FUTURO DEL LIBRO



El libro está en peligro de desaparecer como tal.  Algo impensable años atrás. El desarrollo de la tecnología y las políticas negligentes de gobiernos e instituciones importantes han colocado a la industria del libro en una situación desventajosa y de alto peligro.  La televisión, el teléfono celular inteligente, el ebook, el iPad, las ventas de libro por el internet  y otros factores conspiran a relegar el libro como algo del pasado.
Este es un tema muy actual y que si usted visita el internet, mayormente en Ingles,  podrá  encontrar incontables artículos poniendo la voz de alarma.  Unos esperanzados que la crisis que se avecina es sencillamente un sismo de moderada intensidad; otros, un cataclismo.
La supervivencia del libro pudiera compararse de cierta manera con una especie animal en peligro de extinción.  Sin embargo, todos aquellos que les gustan los animales y ven documentales relacionados con ellos, habrán visto cómo los lobos; las águilas de cabeza blanca, símbolo de Estados Unidos de América;  los leones de montaña; los leopardos; panteras y otras especies amenazadas de extinción están reapareciendo en gran número gracias a la ayuda del hombre. El hombre fue el causante de  su exterminio paulatino, y es el hombre, aunque no el mismo que buscaba su desaparición por diferentes motivos, quien los está rescatando a su medio hábitat. Este mismo proceso pudiera aplicarse al libro, ahora en grave peligro de desaparición como tal.
Los textos escritos, en diferentes y rudimentarios medios como la piedra, la madera y otros, aparecieron probablemente en los primeros asentamientos humanos diseminados en ciertas áreas propicias para la supervivencia de su especie. Esos medios de escritura fueron desarrollándose progresivamente hasta el surgimiento del papel que marcó un adelanto astronómico ya que permitía mayor movilidad, rica escritura y diseño, así como  impulsaba una amplia difusión y  distribución. Entonces surge el libro cerca de 1440 en la cultura occidental porque ya existía en forma más rudimentaria en China y hasta en los Mayas en Centro América y  América del Sur. Pero no es hasta después de 1501, después del descubrimiento de América, que la impresión masiva del libro comienza a expandirse por Europa. Este proceso en unos países es más rápido y en otros no.  El avance de la tecnología determinó  que esto fuera posible.  Entonces, ¿por qué hoy vemos al desarrollo de la tecnología como una amenaza para la  existencia del libro?
En el siglo diecinueve, las novelas y la  literatura en general eran publicadas en la mayoría de los países en periódicos y revistas.  Es por ello que muchas obras famosas como The Pickwick Papers de Charles Dickens, El Conde Montecristo y Los Tres Mosqueteros de Alexander Dumas y  Ana Karenina de Tolstoy, por mencionar sólo algunas, por ser obras extensísimas fueron primeramente publicadas en periódicos o revistas por capítulos o por partes separadas. Después serian  publicadas en libros. 
¿Qué motivaba la publicación de tantas e importantes obras de la literatura mundial por secciones o partes y no en forma del libro? Obviamente el factor económico. Los libros, aunque relativamente baratos, no eran de fácil acceso a las masas porque la mayoría carecía de medios económicos para adquirirlos.  No así los periódicos por su bajo precio. Este hecho, su publicación en este medio, provocaba el aumento de la producción y distribución de esta clase de prensa escrita.
También en épocas pasadas, existieron otros factores que conspiraban a que la publicación de importantes obras en forma de libros  de manera normal y masiva, como la censura de ciertas obras, entre ellas el Ulises de James Joyce; la incultura que a tantas personas afectaba, los incapacitaba para leer hasta los textos elementales;  el relativo alto costo de impresión, papel y distribución de las obras; las limitación de las comunicaciones que dificultaba en grado superlativo la propaganda de las mismas.
Desde el comienzo del siglo veinte, la industria del libro se vio afectada por el surgimiento de Book of the Month Club. Una compañía de distribución fundada en 1926, en Estados Unidos, que vendía libros de carátula dura a bajo precio por correo.  Después surgieron cerca de 50 imitadores con más de 3 millones de miembros participantes. Este tipo de club de libros resurgió a finales de los 80  y a principios de los 90 del siglo 20 con una amplia propaganda en revistas y periódicos.  En pocos años desaparecieron porque el costo real para los consumidores era mucho mayor que si ellos adquirieran los libros por su cuenta, fuera del club.  En 1939, debido al desarrollo de la tecnología, surgió la llamada “revolución de la cubierta de papel (paperback revolution). Algunas editoriales comenzaron a re-imprimir en este formato muchas obras clásicas a muy bajo precio, afectando lógicamente el desenvolvimiento normal de la industria del libro.  Éste es un problema que llegó para quedarse.  Entonces, ¿qué tuvieron que hacer las editoriales para sobrevivir a esta nueva crisis? Aceptar el reto. Adaptarse de forma inteligente al cambio, a la amenaza y sacarle provecho. Primero sacan una obra de un autor famoso en carátula dura, a mayor precio, esperan un tiempo hasta que las ventas comienzan a decrecer, y entonces publican la obra en carátula blanda o de papel especial a menor precio. Y para vender el resto, los excedentes no vendidos de carátula dura, le hacen un descuento para estimular su venta.
Posteriormente, debido al avance imparable de la tecnología,  surgen nuevas amenazas y grandes obstáculos que afectan de una manera u otra la industria del libro: la televisión; los videos de películas;  la aparición de impresoras de gran velocidad; el teléfono celular inteligente; los juegos de video; el surgimiento de editoriales que publican cualquier obra a precio relativamente bajo que proliferan la publicación de libros de todo tipo: buenos y malos, aunque este tipo de publicación también ayuda a su propagación y mantener su vigencia y, por otra parte, ayuda a los escritores a publicar sus obras por carecer del contacto necesario o la suerte de hacerlo por la vía tradicional;  la proliferación de ventas de libros por correo que afecta a las librerías así como también a las mismas editoriales. La práctica inescrupulosa de algunas empresas grandes y pequeñas, promoviendo la piratería de obras que afecta tanto a autores y librerías así como a las editoriales;  y por último la amenaza mayor: el libro digital, ebook, que sigue siendo un libro pero no convencional.
Si analizamos detenidamente el proceso de desarrollo del libro, desde su surgimiento por la invención de la imprenta en 1440 por Johannes Gutenberg hasta nuestros días, podemos apreciar sin mucha dificultad que el libro surgió como tal gracias al desarrollo de la tecnología, y que es ésta precisamente la que ahora lo pone al borde de la desaparición del mercado.
La pregunta que debemos hacernos todos es: ¿está la industria del libro en verdadero peligro de extinción? Sí y no. En otras palabras, 50% para ser optimistas. Sí si la industria en su conjunto, entre grandes y pequeños, no se regenera con la rapidez necesaria para responder de forma contundente y adecuada  al peligro de los cambios del rubro y del mercado. Hay tantos ejemplos comparativos de otras industrias que pudieran mencionarse que por un problema obvio de espacio solamente mencionaré algunos. En la industria de cereales  destinada principalmente al desayuno de las personas de todas las edades, las compañías o empresas Kellogg’s y Quaker Oats producían básicamente un producto respectivamente. Otras empresas de cereales tomaron la iniciativa con nuevos productos que atraían los consumidores, poniendo en serios aprietos a estas dos empresas pioneras del rubro. Fue entonces que estas dos compañías reaccionaron a tiempo con una gran diversificación de productos de alta calidad que les permitió en poco tiempo recuperar el mercado perdido y posiblemente ganar mayor participación que antes de la crisis que casi los saca de la palestra. La compañía Apple, revolucionó las computadoras en los primeros años de su creación.  A partir de cierto momento, esta empresa entra en una profunda crisis, casi al borde de la bancarrota. Al regresar su cofundador, Steve Jobs, comienza su recuperación. La empresa lanza al mercado revolucionarios productos como iPad, iPod, el teléfono inteligente y otros, convirtiendo a Apple en un líder de la aplicación de la tecnología. Hoy se habla de la posible desaparición de las computadoras, desplazadas por los iPad y sus equivalentes así como otros medios de información y manejo de datos.  ¿Pudiera esto evitarse? Por supuesto que sí, dependiendo de sacar al mercado nuevas computadoras que restauren el gusto y la confianza de los consumidores. Con las cadenas de tiendas por departamento ocurre lo mismo. Las que no evolucionan a la demanda del mercado, las que no se renuevan constantemente, perecen. De manera similar ocurrió con la industria automovilística en EUA. Estas compañías, primero, comenzaron a sacar autos enormes, grandes consumidores de gasolina, y después disminuyeron su calidad siendo desplazados prácticamente por los autos japoneses. El alto costo de producción, mayormente debido a un incremento insostenible de la mano de obra, llevó a estas empresas, para abaratar los costos de producción, a producir vehículos de muy baja calidad que no podían competir con los equivalentes japoneses. De ahí la crisis de principio del siglo veinte que condujo a dos de las tres grandes productoras de vehículos en EUA a irse a la bancarrota. Con la ayuda del gobierno y una restructuración completa, entre ellas rebajar la mano de obra a un nivel aceptable, introduciendo nuevos diseños, aumentando la calidad de la producción, estas compañías resucitaron. Hoy los autos y vehículos producidos en este país son tan buenos y en muchos casos mejores que los importados. El que se duerme, el que no se ajusta, de manera rápida y efectiva a los cambios, es barrido por la historia, se suicida
Con la industria del libro ocurre algo similar. En el año 1978, en EUA el 88% de la población leía libros en mayor o menor grado; en la actualidad esa cifra bajó al 78%. La explicación de este fenómeno es fácil de imaginar.  La tecnología siempre va en beneficio del hombre. Sólo pudiera ser perjudicial cuando hacemos un mal uso de ella o no aprovechamos sus ventajas a plenitud. Pero esta batalla que libran las editoriales por mantenerse y prevalecer no es una guerra de ellos solos, es de todos; porque todos nos beneficiamos de la existencia del libro.  La educación en las escuelas y en los hogares determinará a largo plazo la diferencia. Los padres deben inculcarles a sus hijos, el amor por la lectura y a los libros. Las editoriales tienen que buscar nuevas formas y enriquecer constantemente las existentes. Solamente lo que evoluciona y se adapta con rapidez a los cambios y al medio, puede prevalecer.  Los jóvenes tienen la tendencia de ser atraídos por lo novedoso, por las nuevas tecnologías. Pero es aquí donde la sociedad debe ayudarlos a reconsiderar y mantener lo existente. Nada es tan nuevo como parece ni tampoco tan viejo si aprendemos a apreciar su valor, tanto histórica como prácticamente.  El ebook pudiera ganar muchos adeptos pero nunca podrá reemplazar la sensación, el  placer y hasta el amor que nos produce el libro físico, palpable, impreso en papel. Pero el que no tiene el privilegio de conocerlo, no puede apreciar la magia de su existencia. El gusto se educa, tanto para lo bueno como para lo malo. Algo similar sucedió con la música clásica (lea un artículo mío en este blog sobre la música clásica). El problema de que la mayoría en la actualidad no la escuche, no disfrute de su belleza y calidad no es a causa de la supremacía de la música  moderna o popular, todo lo contrario,  se debe al descuido de su difusión en las escuelas y en los hogares. ¿Acaso la bicicleta como medio de transporte ha desaparecido con el advenimiento masivo de los vehículos motorizados? Absolutamente no. Las bicicletas siguen vigentes como medios de transportación y de recreación. Inventaron una variante de la bicicleta: la moto. Hoy las motos son admiradas y usadas alrededor del mundo. ¿Ha desaparecido el uso del caballo como medio de transportación? En la mayoría de los países sí; pero los caballos tienen hoy un valor nunca visto antes. Hoy su función es distinta. La tecnología modificó su uso.  ¿Ha desaparecido la radio? No. Hoy hay millones o billones de personas alrededor del mundo escuchando la radio como la fuente primaria de información.  ¿Han desaparecido las casas hechas con clavos? No. En Estados Unidos de América, ésta es la forma con que se sigue construyendo la mayoría de las casas. No será la forma ideal de construcción de viviendas; pero, a pesar de todo, siguen ahí vigentes: los clavos y los martillos en pleno siglo 21.  Y así podemos citar infinidad de otros ejemplos.
La única forma hasta el momento existente para difundir con claridad y precisión las ideas es a través de la escritura impresa. La forma hablada a través de un medio u otro, no puede competir con la escrita porque cuando se habla no se puede meditar lo suficiente, corregir los errores y ser capaz de pulir las ideas. Esto solamente se logra por medio de la escritura impresa.
El libro ha de prevalecer si todos ponemos nuestro pequeño granito de arena. Los lectores, comprando los libros, apoyando su permanencia, preservando esta reliquia invaluable para las futuras generaciones, porque si el libro se perdiera,  la humanidad habría perdido un instrumento invaluable, extremadamente necesario para enriquecer la vida de las generaciones futuras.  Las editoriales tienen que aprovechar el avance de la tecnología a su favor, no en contra. Porque aquí surge otro problema, que en sí sería tal vez el factor clave para frenar su desaparición, esto es: Si el libro desaparece como tal, desaparecían las novelas, los cuentos y hasta la poesía; porque a consecuencia desaparecerían los escritores.  Si esto ocurriera, las generaciones futuras buscarían su rescate, lo resucitarían.
¿Qué hacer para asegurar la supervivencia del libro? Según pienso:
Las editoriales pudieran:
1.      Aprovechar las nuevas tecnologías a su favor. Si el ebook prolifera, ir a la vanguardia de los cambios.
2.      Preservar el libro físico, promoviendo su distribución y venta a las nuevas generaciones a través de políticas adecuadas e inteligentes de promoción y difusión de las buenas obras. El ebook es más apropiado para los textos escolares. Hay que darles la oportunidad a la juventud de hacerles conocer la diferencia del ebook con el libro físico, bien diseñado, con cubierta atractiva para ellos. Se pudieran publicar libros con cubiertas plásticas, un intermedio entre la cubierta dura y blanda, que pudiera tener mayor durabilidad y ser más atractiva que las convencionales. Lo mismo debe hacerse con el diseño interior de manera de atraer la atención de los jóvenes tan propensos a las innovaciones y a los productos de colores atractivos.
3.      Imprimir libros comerciales, pero continuar sacando al mercado las obras de calidad porque las primeras solamente no son suficientes. Las segundas son necesarias para mantener la buena salud de la industria.
4.      Abaratar los costos de producción, tanto de impresión como del papel con el propósito de reducir el precio de los libros. La ganancia pudiera ser de esta manera la misma. Posiblemente la amenaza mayor que enfrenta el libro sea el factor precio. Los altos precios pueden provocar que una persona desista de comprarse un libro y buscar otro entretenimiento menos costoso.
5.      Mantener un contacto directo con los distritos escolares, facilitando y promoviendo el acceso a los libros de parte de los estudiantes con obras adecuadas a su edad y grado escolar, con el obvio fin de inculcar en los jóvenes y niños el gusto por los libros. Esos serán los lectores del futuro. También establecer el contacto permanente con los congresistas y políticos con el fin de crear políticas que coadyuven a la vigencia del libro en la sociedad.
6.      Velar por que se reduzca la piratería de libros a manos de empresas inescrupulosas que utilizan formas y medios muy sofisticados para cometer sus fechorías en perjuicio de todos.

Los lectores pudieran:
1.      Comprar libros. No contribuir con la piratería del libro, tratando de ahorrar porque con eso promovemos la destrucción de la industria. No compre libros “usados” de las grandes distribuidoras, solamente hágalo en las pequeñas casas de venta de libros de uso. Si puede comprarlos nuevos, mejor.
2.      Los padres deben inculcarles a los hijos, desde pequeños, el amor por el libro. Distribuirles el tiempo de juegos físicos (muy importantes en el desarrollo integral de los niños),  los juegos de videos y la lectura de libros de aventuras, etc., que los estimule a leer.  Crearle hábitos de lectura de algún modo. No pretender que un niño, un joven, lea una obra clásica o seria a su edad. A la lectura de las obras serias se llega leyendo primero cosas ligeras, de entretenimiento, como los de Harry Porter, por citar alguno.
3.      Promover la lectura de libros en las reuniones de padres en las escuelas, hablando con los maestros sobre el tema. También escribiendo cartas a los directores de escuelas y a los ejecutivos principales de los distritos escolares solicitando programas que obliguen a los niños a leer obras correspondientes a su edad y grado. Las personas que suelen leer libros sistemáticamente tienen una gran válvula de escape  de la depresión, de la ansiedad no fácil de encontrar en otra forma de entretenimiento sano.  No digo que una persona se pase las horas libres leyendo libros, sino que leer ficción o no ficción, pero leer, es un completo fantástico para ayudar al ser humano a tener una vida más placentera y relajante. El placer de leer un buen libro es insustituible por otra clase de entretenimiento.
4.      A los escritores

Deben procurar escribir no solamente obras comerciales para poder sostenerse, sino también obras de calidad literaria. Por ejemplo, yo no leo mucho los libros comerciales, solamente algunos que tienen un balance, calidad.  En mi opinión las obras de Arturo Pérez  Reverte gozan de esta difícil dualidad,  así como los libros de Dan Brown. El escritor David Baldacci escribe o publica libros mayormente comerciales, pero ha escrito dos que son los únicos que he leído de él de gran calidad literaria, fuera de su producción común. Me refiero a sus obras Whish you Well y One Summer. Esto es algo a imitar por los demás escritores. Tampoco quiero decir que no existan obras catalogadas de comerciales que no sean buenas, las hay;  y posiblemente muchas. Algunas obras de Charles Dickens fueron criticadas en su época y todavía en la actualidad por ser tildadas de sensacionalistas y de usar ciertas técnicas para atraer a las masas de lectores.  Dickens vivía de escribir y escribió obras fantásticas, la mayor parte combinando lo literario y lo comercial. Esto, como expresé antes, no es fácil de lograr; lleva más tiempo y esfuerzo de parte del escritor; pero yo diría muy necesario para que el libro siga vigente de generación en generación.