lunes, 20 de octubre de 2014

EL MENSAJE DE LOS MENTIROSOS

Ayer, 19/10/14, vi un tweet que decía más o menos: Los mentirosos más peligrosos son aquellos que creen que cuanto expresan es verdad. Ya yo había llegado a esta conclusión mucho antes al analizar algunos discursos, ideas y lemas de varios famosos dictadores o tiranos del mundo entero. Son personajes altamente carismáticos que transmiten sus mensajes con una eficiencia casi enfermiza. Duermen, idiotizan a la gente con sus discursos y manifiestos. En sí son locos paranoicos con una fuerza demencial capaz de captar la atención de las masas, ávidas de escuchar algo nuevo, una misiva de esperanza, y así caen victimas de mensajes mesiánicos y, a veces, apocalípticos. Los pobres, los desposeídos de los medios para llevar una vida normal, y aquellos otros que, aunque no confrontan las mismas carencias materiales de los primeros, son también propensos a recepcionar esas ideas por muy descabelladas que sean. Sobre todo los llamados revolucionarios con una agenda transformadora que prometen volver de cabeza la sociedad para proveer de riquezas a los que nunca tuvieron nada; pero que al cabo de los años, todos terminan en la pobreza generalizada.  Por otra parte, los mensajeros religiosos, con discursos de contenidos diferentes, aunque  con técnicas y estrategias similares, aseguran la redención de las almas en un paraíso pleno de recompensas.
Meses atrás puse un tweet que decía:
La llamada lucha de clase, esgrimida por los comunistas, no es otra cosa que: los que no tienen quieren tener y los que tienen quieren más.
Por estas razones y tantas otras, esos “mesías” de la política o de las religiones encuentran siempre oídos prestos a escucharlos y dispuestos a seguirlos aunque haya que remover la tierra “vieja”, si es necesario, con el propósito de hallar la tierra prometida, el paraíso de la humanidad tanto en la tierra para los primeros como en el cielo para los segundos.

Estos “atributos” llevados al plano de la vida diaria, los encontramos en algunos individuos con la capacidad de convencer a cualquier persona que no posea una fuerte convicción de sus principios y conocimientos que le permitan analizar adecuadamente las elucubraciones planteadas por esos “agentes encubiertos” del manicomio o del maleficio cavernícola.
Cuidémonos de unos y otros porque ambos, mayormente los primeros por poder influir en las masas, son portadores de un mensaje peligroso que nos puede causar grandes penas o ir a las calderas del infierno.


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