lunes, 6 de enero de 2014

LA LIBERTAD DE PENSAR Y HABLAR


Hace unos días respondí un tweet porque me pareció necesario hacerlo. Se trataba del derecho de pensar y expresar las ideas libremente como se supone debe ser. Eso podríamos creer todos que es algo garantizado como un hecho natural e inherente al ser humano.
En el tweet original, la persona afirmaba, más o menos,  que toda persona tenía el derecho de pensar y expresar sus ideas libremente en cualquier lugar y medio disponible. En aquella ocasión yo respondí que esto era verdad, pero decir la verdad en un foro público es siempre controversial e impredecible. Y es que la verdad puede conllevar demasiado peso, insoportable para algunos.
Pongamos por caso EUA. Este país, supuesto paladín en el mundo de la libertad individual, avalada incluso por la primera enmienda a la constitución, que garantiza la libre expresión, la libertad de prensa, el derecho de asociación y la posibilidad de demandar al gobierno para garantizar cierto derechos que se han violado o dejado de garantizar. En la práctica, ejercer esos derechos conlleva muchos problemas. De hecho, decir tu verdad puede ofender a otros que esgrimen o manifiestan otros principios. Si hablas de tus ideas, a favor o en contraposición, sobre algunas razas o grupos étnicos, sobre el homosexualismo, o acerca de otros temas considerados tabú, puedes enfrentar serios problemas. Entre ellos, perder el trabajo, etc.
Entonces, ¿hay o no hay tal libertad de expresión en EUA? Parece que sí, pero no. El problema reside en que si te expresas abiertamente favoreciendo o condenando esto o de aquello, te pueden acusar de ser un potencial discriminador en perjuicio de las personas o grupos afectados por tus comentarios. Esto pudiera ser verdad,  sin embargo, de hecho, se viola la primera enmienda que le garantiza a cada ciudadano esa posibilidad o derecho de expresarse con plena libertad.
La situación es de por sí extremadamente compleja y  no fácil de solucionar. Porque entre otros factores importantes, la verdad es relativa; y el derecho de uno empieza donde termina el de otro. Situación que pudiera complicarse en grado sumo si ambos derechos se superponen o interfieren uno con el otro.
En otros países el problema pudiera ser similar o peor. Sobre todo en los países totalitarios donde la verdad puede ser esgrimida y manipulada única y solamente por el estado.

Sin embargo, decir la verdad o acallarla pudiera ser fácilmente manipulada, con total impunidad, cuando los medios de información y comunicación de un país,  incluyendo los llamados democráticos, están en manos de un clan, que como una sola voz y autoridad, controlan estos medios. Y casi siempre ese clan no responde a los mejores intereses de las naciones que dicen representar, sino que van minando esos valores año por año hasta hacerlos desaparecer paulatinamente para dar paso a la podredumbre y la destrucción que sutilmente persiguen.